confieso tener, con cierta vergüenza,
una insensata y obtusa tendencia
a considerar amigo a cualquier idiota
incluso a obsecuentes chupamedias
que descubro hurgando dentro
de inconfesables mezquindades
lo bueno, eso sí, es que se esfuman
tan pronto se requiera su nobleza
o tan pronto encuentren otro cauce
que converja en sus necesidades